En la entrada de dicho lugar había una cantidad muy importante de objetos antiguos, los cuales a mi me gustaría fotografíar y le dije a uno de los que estaban, entrando y saliendo de dicha casa que si podía tomar algunas fotos.
Cual es mi sorpresa que el dueño, llamado Santi,no sólo me dejó tomar fotos sin problemas, sino que también nos ofreció un vaso de vino de la tierra, me quedé asombrado por tanta amabilidad y posteriormente se acercó Israel, y nos insistió que entraramos dentro para participar de la fiesta con todos los demás que se encontraban reunidos.
La verdad que no encuentro palabra para agradecer a estos señores su gran amabilidad y después conocimos a Roberto, Matias, etc. que nos brindaron unos garbanzos, unas chuletas, ni que decir tiene que todos nosotros estabamos asombrados con tanta amabilidad.
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